jueves, 16 de diciembre de 2010

Un acontecimiento que marcó a la comunidad

Makenga con su gran amigo Muyombo

R.D. del Congo, Banga.


Fue en el mes de marzo cuando diagnosticaron diabetes a un joven de 18 años llamado Makenga, en el centro de salud de Banga, donde nuestra hermana Liliane Massa es responsable. Makenga era un muchacho conocido de todas las hermanas que han pasado por esta misión, desde pequeño ha sido muy enfermizo y es gracias a la ayuda de ellas que ha podido llegar hasta esta edad.

En el momento que le diagnosticaron el azúcar era superior a 700 y se necesitaba darle la insulina. Dado el medio donde nos encontramos, en esta misión tan lejana, no había insulina en el centro de salud, y los enfermeros tuvieron que darle gliben, un medicamento similar para aliviarle un poco.

Pero en Banga como en otros pueblos de África, la creencia en la brujería y la medicina tradicional tienen mas peso que cualquier otro tratamiento.

Una vez que su familia supo que se trataba de la diabetes, le cortaron el tratamiento que estaba recibiendo en el centro y se lo llevaron a escondidas a un curandero, mientras los enfermeros, las hermanas y los sacerdotes de la parroquia buscaban por todos los medios la forma de conseguir la insulina. Allí donde fue, el curandero le cambio el régimen alimentario, le daban de comer lo que no era adecuado para su enfermedad. Una vez que se empeoró su estado lo llevaron corriendo a nuestro centro de salud, pero ya era tarde, no había nada que hacer. Entró inmediatamente en coma, y murió.

ABANDONO

Al morir toda la gente del pueblo lo abandonó diciendo que había muerto de una enfermedad contagiosa, por lo tanto, había que enterrarle el mismo día sin llevarlo al pueblo para el duelo, lejos del cementerio donde entierran a toda la gente, en un campo desconocido donde la gente no pueda tener contacto con él.


En medio de todo este jaleo su hermano mayor vino a vernos y nos comentó todo lo que la gente decía. Fuimos con los dos sacerdotes a ver a los dos más viejos del lugar que se oponían a que se lo llevaran al pueblo. Los dos con una sola voz nos dijeron “Miren, según nuestra costumbre, personas que mueren con esta enfermedad no tienen derecho de ser enterrados con los demás difuntos ni los aceptamos, así que háganse ustedes cargo del muerto. Nosotras en contra de esta costumbre, decidimos llevarlo a la Iglesia para el velorio, lo triste fue cuando llegamos allí y vimos a toda la gente del pueblo alejados y encima murmurando que no querían entrar en la Iglesia.


Cuando la gente vio a los alumnos de las escuelas cantando y rezando junto a nosotras, poco a poco comenzaron a entrar y en un momento la Iglesia se lleno de gente de toda clase.


Al día siguiente organizamos la misa para el funeral, los alumnos prepararon los cantos

para una misa de acción de gracias y al salir de misa para dirigirnos al cementerio del pueblo, un señor nos vino a decir que ni se nos ocurriera llevarlo allí, que buscásemos otro sitio, y decidimos llevarlo a donde se entierran a los que mueren en nuestro centro de salud que no son de este pueblo.

FUE ENTERRADO CON HONOR

Decimos que Makenga era un buen cristiano, ferviente acólito de misa. Ha muerto tal como había vivido, humilde, sencillo, olvidado y abandonado, pero llorado y enterrado con honor. Makenga es un santo como decían en los testimonios los sacerdotes de la misión, las hermanas, sus amigos de las escuelas y sus profesores.


El hecho de hacer frente a las creencias que esclavizan y destruyan a las personas, ha sido un testimonio para nuestra gente, sobre todo para su familia. El gesto tan sencillo de hacernos cargo de Makenga -que hemos hecho juntos los responsables de la parroquia- pese a las costumbres, ha permitido a uno de sus hermanos reintegrarse de nuevo a la Iglesia Católica junto con toda su familia, dejando así la secta donde la familia rezaba.


ÉL nos vino a decir “Hermanas ustedes son mujeres de Dios que transmiten el verdadero amor, personas que no tienen miedo a denunciar el mal que hay en las costumbres”. En realidad solo hicimos lo que pensamos que era digno, justo y necesario para nuestro amigo, hermano Makenga. Que su alma descanse en paz.


Con cariño nos despedimos,


Liliane Massa , Marie Louise Eteke y Adeline Iwangomo