domingo, 20 de octubre de 2013

Fe + Caridad = Misión

El lema del Domund de este año me parece sugerente por la coincidencia de los hechos, por un lado se clausura el Año de la Fe promovido por el Papa Benedicto XVI y por otro, nos recuerda el 50 Aniversario del inicio del Vaticano II.

Hablar de la fe, como un acto de confianza en el Misterio de Dios que nos rodea y nos envuelve, es un estímulo para que toda la Iglesia reciba una conciencia renovada de su presencia en el mundo contemporáneo, de su misión entre los pueblos y las naciones. La misionariedad no es solo una cuestión de territorios geográficos, sino de pueblos, de culturas e individuos independientes, precisamente porque los “confines” de la fe no sólo atraviesan lugares y tradiciones humanas, sino el corazón de cada hombre y cada mujer. El Concilio Vaticano II destacó de manera especial cómo la tarea misionera, la tarea de ampliar los confines de la fe es un compromiso de todo bautizado y de todas las comunidades cristianas: “Viviendo el Pueblo de Dios en comunidades, sobretodo diocesanas parroquiales, en las que de algún modo se hace visible, a ellas pertenece también dar testimonio de Cristo delante de las gentes”, según el Papa Francisco.

Hablar de caridad, es, en palabras del Papa, “hacer que resplandezca en nuestro tiempo la vida buena del Evangelio, con el anuncio y el testimonio”. Misión difícil y necesaria cuando sabemos que, de una manera u otra, todos, hombres y mujeres de este planeta, vivimos bajo la amenaza de la vida física y moral de la humanidad. Se habla de cuatro crisis, la crisis moral, la crisis política, la crisis económica y la crisis ecológica. De las cuatro, la crisis moral nos parece la más grave.

Frente a esta situación tan compleja el Papa Francisco añade que “se hace aún más urgente el llevar con valentía a todas las naciones, el Evangelio de Cristo, que es pasión por la libertad y el amor, anuncio de esperanza, reconciliación, comunión, anuncio de la cercanía de Dios, de su misericordia, de su salvación; el hombre de nuestro tiempo necesita una luz fuerte que ilumine su camino y que sólo el encuentro con Cristo puede darle. Traigamos a este mundo, a través de nuestro testimonio, con amor, la esperanza que se nos da por la fe”. Entonces sí, nuestra fe en Jesús, nos dará confianza y esperanza y sumaremos vida, alegría, amor, solidaridad, compromiso y el resultado serán esas comunidades de vida que viven a la luz del Espíritu recreándolo todo. Una nueva humanidad renacerá y hará todas las cosas nuevas.

Si sumamos todos, también, por qué no, podemos creer que un nuevo mundo plural y digno para todos, es posible.