miércoles, 28 de octubre de 2015

Chad


LEVANTATE Y ANDA

« Levántate toma tu camilla y anda » dice Jesús al paralitico….


Estas son las palabras que escucharon un día Tocca , Jackeline y Dyna cuando se encontraron, hace unos años, con las hermanas de Baktchoro. Estas tres niñas discapacitadas vivían abandonadas a su suerte en sus pueblos sin posibilidad de ir a la escuela, como los otros niños de su edad, porque no podían andar.

En un primer momento se pusieron físicamente de pie. Hace unos años, fueron operadas en el hospital de Mundou por un grupo de médicos franceses y españoles que cada año dedican parte de su tiempo de descanso a ayudar a este hospital en el Chad. Gracias a las sesiones de fisioterapia y a unos aparatos ortopédicos adecuados, pueden caminar y desplazarse libremente sin depender de otros…

 Luego, durante cuatro años, han sido acogidas en el Centro de Discapacitados de Baktchoro donde han seguido un programa de formación adaptado a sus necesidades, que ha permitido a cada una descubrir sus cualidades y desarrollar sus habilidades. Puesto que provienen de distintas etnias también han aprendido a convivir entre ellas en sus diferencias.

Este final de curso Tocca, Jackeline y Dyna han terminado su ciclo de formación; regresan orgullosas a sus pueblos caminando con la ayuda de sus aparatos ortopédicos con un oficio aprendido, una máquina de coser y algo de material que el Centro les proporciona con el fin de tener un medio de vida que les permita una autonomía económica respecto a sus familias. En estos años han ido recuperando la dignidad que su discapacidad les había robado en su niñez.

En el Centro de Discapacitados de Batkchoro otras 15 jóvenes continuarán su formación el próximo curso, tienen entre 15 y 25 años. Algunas van a empezarla y hay otros casos pendientes de tratamiento médico... todas ellas oyeron la misma voz “levántate...” y creyeron que era posible.

« Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa… » Dice Jesús al paralitico. Este es el objetivo del Centro: que vuelvan a sus casas con su familia, pero ya no postradas y víctimas de su hándicap, sino llevando su camilla, es decir, asumiendo su realidad y venciendo los frenos que ésta implica.

Este paso que en el evangelio parece que fuera algo instantáneo, para estas jóvenes ha sido un proceso largo que les pide una gran dosis de esfuerzo, pa­ciencia y fe.

Ellas necesitan mucha paciencia para aceptar de fondo y vencer su hándi­cap, necesitan creer que pueden ha­cerlo, creer en sus valores, confiar en las personas que les ayudan…

Nosotras que les acompañamos ne­cesitamos también la misma fe y pa­ciencia para ir descubriendo con ellas las posibilidades que cada una tiene para crecer y desarrollarse como per­sonas, de caminar a un ritmo que nos parece poco eficaz. Y la humildad de aceptar, a veces, lesiones irrecupera­bles y dificultades en la re inserción...

Regresan a sus casas pero ya no son las mismas de antes, algo ha cambiado en ellas. Además, como se ha hecho un camino con sus familias, la mayoría de ellas las acogen con otras ac­titudes. En sus pueblos de origen ellas son fermento de un cambio de mentalidad porque demuestran a su sociedad que tienen valor y existen medios para superar la discapacidad.

Damos gracias a Dios por los milagros que hace en cada una de estas jóvenes y por la oportu­nidad que nos da de ser a la vez testigos y mediación para que esto acontezca.

Teresita Pijoan