jueves, 3 de septiembre de 2009

Nuestra comunidad

La Compañía Misionera en Camboya esta ubicada en Poipet, en la frontera con Tailandia. Somos una comunidad de 5 hermanas: Micaela y Paqui (españolas); Hasu y Gomi (indias); y Carmen (peruana). Nuestras diferentes nacionalidades manifiestan ya nuestra universalidad cultural, eclesial y el estar llamadas a vivir en comunión para ser signo de fraternidad universal. Queremos ser testigos de la presencia de Dios y los valores del Reino para colaborar en su proyecto de Vida para este pueblo. Para poder colaborar con ese plan de Dios, tenemos que descubrir por dónde Dios le da la Vida a este pueblo, por dónde en su religión, por dónde en sus manifestaciones culturales y tradiciones, por dónde en lo que viven cada día. Por dónde…? Conscientes que no podemos hacernos cargo de esta tarea sin conocer bien su lengua y también por razones prácticas de trabajo durante este año nuestra comunidad le está dando prioridad al estudio de la lengua khmer.

Nos gustaría poder comprender mejor la manera como entienden y viven los camboyanos su religión y cómo se relacionan con lo trascendente, nos mueve el deseo de compartir la vida con ellos de una manera sencilla y fraterna. Hemos comprado un terreno en una zona cercana a la gente y tenemos el plan de construir nuestra casa y una casa de acogida para jóvenes. Ponemos en las manos de Dios nuestro objetivo de vida y misión y confiamos en que Dios nos irá guiando y mostrando el camino por dónde y cómo irlo concretizarlo.

LA COMUNIDAD CRISTIANA

La Comunidad Cristiana en Poipet es muy pequeña. Esta formada por unas 10 familias de ascendencia vietnamita y unos 12 jóvenes camboyanos que fueron bautizados en los últimos años. Con ellos y con los niños y jóvenes del internado que tienen los Don Bosco, que son unos 30, celebramos cada domingo la misa. El pequeño espacio con que contamos para la Eucaristía se queda repleto de gente. Tenemos grupos de catequesis a todos los niveles: Principiantes, para Bautismo, para Confirmación y adultos. Sin embargo somos conscientes que todavía hay una carencia de formación, por eso uno de nuestros mayores esfuerzos esta dedicado a la formación de catequistas y desde ellos a toda la comunidad cristiana.

Camboya es un país mayoritariamente Budista, para ellos nosotros los cristianos somos de la “religión extranjera”, se puede decir que nos ven como en nuestros países católicos vemos a las sectas. Los católicos en general tenemos una postura respetuosa frente a su religión, tradición y costumbres, no imponemos nada ni rechazamos lo suyo. Lo interesante es ver como cada vez son más los camboyanos que se bautizan y acogen el evangelio en sus vidas. Nuestra Iglesia les ofrece una formación en la fe, un horizonte, un camino por donde andar, viene a llenar un vacío que la religión budista a causa de tanta necesidad y pobreza no ha podido ofrecer.

Es aquí donde vemos que nuestra Iglesia tiene un desafío y a la vez una oportunidad, la de saber ser presencia de Dios, mostrar a nuestros hermanos camboyanos que en sus luchas diarias por sobrevivir y ganarse el pan de cada día no están solos, que Dios está luchando con ellos, que Dios esta dándole fuerzas y ánimo para vencer las adversidades que les toca afrontar. Que nuestro Dios no solo quiere su bienestar material, sino que quiere llegar a ser el centro de sus vidas, la fuente de Vida que sacie todo deseo y aplaque sus ansiedades, quiere ser lo que de sentido a sus vidas. Saber ser signos que muestren el rostro amoroso y cercano de Dios es nuestra tarea.

Hace poco, el 24 de mayo celebramos la Ordenación Sacerdotal de Jub, un tailandés jesuita que se ordeno en nuestra diócesis de Battambang para el servicio de los camboyanos. La gente allí reunida, unas dos mil personas, vibramos todos con la sencillez y profundidad de la celebración. La vocación de Jub nació, se fortaleció y se consolidó en Camboya, estando al servicio de ellos como voluntario reconoció la voz de Dios que lo llamaba para una consagración total a Dios y a los hermanos. Ese gran día, todos fuimos testigos de la obra que Dios hace hoy y aquí en Camboya con los que le abren el corazón.