sábado, 22 de octubre de 2016

LA FIESTA DE SAMUELITO - PERÚ

Queridísimas hermanas,

Nos preguntan cómo estamos… ¡Como podemos! Pues, como comunidad de mayores y enfermas, unas veces se pone enferma una y luego otra…y así se nos van pasando los días, yendo a los médicos, farmacias, rehabilitaciones, hospitales…

Y otra cosa que nos tiene siempre muy ocupadas es recibir y atender a los que nos visitan, porque, gracias a Dios, estamos súper visitadas.

Y ahora, queremos compartir con todas lo que, para nosotras, fue una experiencia muy bonita. Como toda experiencia que se precie, tiene sus preámbulos, así que, comenzaré por ellos.
María Luisa Pérez del Camino nos dejó como “herencia” a Wilfredo y a su familia, que para poder salir delante de su situación de pobreza, le consiguió un carrito implementado para hacer y vender jugo de naranja en la calle - en Perú hay miles de personas que viven de vender en la calle sus emolientes (bebida), jugos, caramelos, bocadillos, etc. - y se pensó que con eso se le solucionaría su problema económico. Pero…para poder vender se necesita una licencia que debe dar el ayuntamiento, que es muy difícil de adquirir, y si te cogen vendiendo sin ella, se llevan el carrito con todo su contenido. Él no tenía ese permiso y vendía siempre escapando de los policías.

Este pobre hombre tiene una mujer que no está bien de la cabeza y de vez en cuando, y por grandes temporadas, abandona su hogar y se va con su familia a otra provincia, motivo por el cual les fue quitada una niña –que ahora tiene 6 años- y está con unas monjas desde que tenía dos años. Su padre la visita con frecuencia. También tienen otro hijo, Samuelito, de 8 años, que presenta un cierto retraso mental y a quien su padre cuida con esmero. Lo lleva siempre muy limpio, lo deja en su colegio cada día y lo recoge. Como Wilfredo tiene que salir muy pronto para vender, en los tiempos de frío lo abriga bien y lo mete dentro del carrito tapado con una manta, hasta que se hace la hora de entrar en el colegio.
Nosotras, con el apoyo de los padres columbanos y del obispo, estamos tratando de conseguirle una licencia, cosa que no nos está resultando nada fácil.

Este pobre chiquillo, que viene mucho por la casa, con su padre, nos hizo saber que el 29 de julio era su cumpleaños y el gran deseo que tenía de celebrarlo y romper su “piñata” aquí, con nosotras. Ante su lamentable situación, y como hijas de la Madre Pilar, nuestro corazón se conmovió y se solidarizó con el pequeño, que ansiaba tener su fiesta…y nos pusimos “manos a la obra”, e invitamos a unas amigas a que nos acompañaran.
Adornamos el comedor con globos y con frases deseándole un feliz cumpleaños, hicimos rico chocolate, le compramos una tarta con sus velitas, galletas, caramelos, chicha morada, etc.

Samuelito, al ver todo esto, se puso feliz, dando saltos de alegría. Vino acompañado por su padre, una tía y un primito de cuatro años. El padre hizo una bendición muy bonita al sentarnos a la mesa, y todos, felices, hemos saboreado los “ricos manjares”. Llegado el momento de soplar las velas, el pobre niño soplaba y la vela se volvía a encender…así hasta que se consumió la velita, cosa que provocaba muchas risas.
Recibió muchos regalos. Nosotras le compramos una casaca y un suéter para el frío; una de las invitadas trajo ropa, una mochila, un libro y 50 soles; otra le regaló unas buenas zapatillas,…así que salió bien equipado. Todos disfrutamos mucho y el pequeño y su papá volvieron a casa felices y cargados de regalos, globos y de todo de lo que había sobrado en el banquete.

¿Verdad que es algo grande hacer feliz a alguien? Y de rebote te trae felicidad a ti. Para nosotras ha sido una experiencia muy gratificante y un paso de Dios por nuestra comunidad.

Hasta otro día. Las llevamos a todas en el corazón.

La Comunidad de Palao