martes, 4 de noviembre de 2008

Macaya


Macaya es una comunidad indígena de la etnia Shipibo-Conibo que está ubicada en la selva del Perú, concretamente en el departamento de Ucayali, distrito de Iparía. Dista de la ciudad de Pucallpa, capital de la región de Ucayali, unos 300 kilómetros, distancia que debe recorrerse por río, lo que hace que el viaje dure dos días y medio. El único medio para llegar a Macaya es el río.

La Compañía Misionera está presente en medio de este pueblo a través de un grupo de hermanas que procurando vivir insertas e inculturadas han querido acercarse al corazón del pueblo Shipibo – Conibo para conocerlo, amarlo y servirlo, al estilo de Jesús, intentando ser testigos, de su Reino.

Estas hermanas han procurado hacer suyas la lengua, la forma de vestir, la manera de vivir, tratando ser una más entre los Shipibos -Cunibos. Para ellas la vida transcurre sencillamente, compartiendo las alegrías y tristezas de este pueblo. Participan activamente de sus asambleas, fiestas y actividades; los acompañan en sus enfermedades y duelos procurando aliviarles en su dolor, los apoyan en sus luchas, que no son pocas (defensa de sus tierras, de sus cochas, de sus bosques, de sus derechos).

Las hermanas de Macaya, quieren hacer vida las palabras de Jesús (Jn 10,10), que nos recuerda que ha venido para que tengamos vida y vida en abundancia, y por eso trabajan en todo lo que contribuye a esa vida. De allí que le den fuerza a apoyar proyectos de desarrollo sostenibles, protección y cuidado de la salud y del medio ambiente, promoción de la mujer, educación de adultos y defensa de sus derechos, entre otras cosas.

Convencidas de que el mandato de Jesús es “id por todo el mundo y predicad el Evangelio” pasa por el conocimiento y respeto de la cultura, y por ende de la religión, no se cansan en recorrer el difícil camino que las lleve a entablar un diálogo intercultural e interreligioso.

Al mismo tiempo comparten la fe con los hombres y mujeres que han manifestado el deseo de conocer a Jesús.

En este compartir la fe, la fuerza la ponen en la importancia de la relación personal con Dios y que de dicha experiencia brote en ellos y ellas el deseo de vivir según el pensamiento del Señor, haciendo lo que Dios quiere como camino que les lleve a ser felices.