viernes, 29 de abril de 2011

Roturando caminos

Arriba, el colegio y el huerto.

Con cuatro hermanas de la Compañía Misionera se inicia en África, Tchad, la nueva misión de Batkchoro en 2001. Las nuevas misioneras son Mª Luisa Yáñez, Carmen Fortéa, Susana Mabeya y Mª Luisa Eteke. Es una obra totalmente nueva para nosotras, y comenzamos descubriendo las urgencias de esta gran región donde nadie anteriormente había roturado sus caminos. Nuestro Obispo, Miguel Ángel Sebastián, un aragonés ferviente y emprendedor, quiere transformar sus terrenos en campos de trabajo apostólico para que el tchadiano pu
eda tener acceso a una vida más digna, más humana, más justa...

La transformación de la misión de Bakchoro en 9 años es sorprendente. Las hermanas que llegaron al comienzo en una sencilla casa en zona casi desértica, han hecho florecer un verdadero vergel. Están realizando un progreso extraordinario en la educación de los niños, no escolarizados hasta entonces, y están obligadas a agrandar la mini-escuela inicial de año en año. Se convierte en una hermosa escuela, cuyas clases rebosan de chiquillos, deseosos de acceder a los conocimientos básicos y a la formación. Estamos convencidas, nos afirma continuamente Carmen Fortea, de que “Toda transformación de un pueblo pasa por el acceso a la educación”.

La transformación de maestros nativos, los distintos servicios, las aulas con su
s flamantes pupitres y material, son el atractivo de todos los pueblecitos cercanos. La vida de los pequeños es compartida sin ningún problema entre buen número de musulmanes, de animistas y un grupo de cristianos de diversas procedencias.

Para llegar a estos resultados, las hermanas recorren y visitan los poblados, acercándose a sus vidas, comiendo en sus mesas, compartiendo la vida sencilla de unas tribus y lenguas difíciles de entender, pero donde el lenguaje del amor es siempre acogido, e interpretado por los pobres del mundo entero.

La escuela sigue su extensión, las ayudas de los amigos de España, especialmente de Castellón y de Manos Unidas hacen posible esta pequeña maravilla en tierra tchadiana bajo un sol temible que viene acomp
añado del aire que sopla del desierto.

Y ¿qué decir del Centro de Acogida y formación de disminuidos físicos que ha surgido paralelamente a la escuela? Nadie podía imaginar que con la búsqueda de María Luisa Yáñez, que recorrió todos los caminos de la Diócesis, aparecieran tantos discapacitados físicos. Llegaban de todas partes y en condiciones angustiosas. Actualmente están censados más de 400 jóvenes y niños. Al no ser vacunados de poliomielitis, la enfermedad hizo estragos en años precedentes, añadiéndose toda clase de victimas de accidentes y malformaciones...


A
ctualmente el centro de discapacitados se está transformando en salas de aprendizaje de oficios y formación de adultos, que les dará una posible autonomía económica. Ciertas minusvalías son asistidas por intervenciones quirúrgicas, que médicos españoles y franceses, amigos de "Bakchoro" realizan con gran generosidad. Estas ayudas a las misiones, quieren devolver la dignidad a nuestros hermanos que no podían mantenerse en pie, y que por causa de su enfermedad son despreciados por sus familiares y por la sociedad en general. “Nosotras no podemos solucionar los graves problemas de fondo, pero sí aliviar el sufrimiento de la gente”, nos decía María Luisa.

Otra de las actividades, es atender y ayudar a la mujer tchadiana cuya vida se desenvuelve entre sus mil ocupaciones para asistir a su familia y dar de comer a sus hijos y todo ello soportando el peso de una vida ancestral... También ellas sueñan con mejorar sus vidas, adquirir nuevos conocimientos y evolucionar en un mundo en continua transformación. Difícil tarea en la que hermana Marie Claire Ilunga intenta formar a grupos de mujeres en la Diócesis de Lai, dándoles la ocasión de expresarse, reflexionar sobre su cultura y sobre los frenos a los que está sujeta la mujer en el Tchad. Despertar en ellas el deseo de una vida mejor... Ayudarlas a crecer en dignidad en la belleza de sus capacidades humanas y espirituales, en el respeto de la sociedad.


Con este deseo, Marie Claire Ilunga, ha comenzado un internado de jóvenes muchachas tchadianas, para acompañarlas en una formación que las prepare para romper moldes y a ser líderes en el mundo que las envuelve.


Nuestra vida misionera es vivir entre nuestros queridos pueblos africanos a causa de nuestra pasión por Dios, que es pasión por la humanidad.


Roser Morera