viernes, 29 de abril de 2011

Vida sembrada

Mª Luisa. Habitada y dinamizada por el Espíritu de Alegría, Libertad, y Comunión ha dejado una huella de gran sencillez y servicio; todo un talante misionero. Su fuerza surgía de la miseria que le rodeaba, pero sobre todo procedía de su comunión con el Dios de la vida, al que consagraba largos ratos de oración al amanecer de cada día.

Nacida en Zaragoza España en 1937. En 1965 partió de misionera a Colombia donde desplegó una gran labor apostólica, en Medellín y Docordó. Ejerció en los servicios de sanidad y asumió también distintas responsabilidades en la Congregación; trabajando siempre entre afroamericanos. La segunda etapa de su vida misionera se desarrolló a partir de 1999 en África, Congo y en el Tchad, siendo fundadora junto a otras tres hermanas de la misión de Bakchoro.

Además de una intensa labor pastoral desde los inicios en el Tchad, trabajó en la organización y asistencia de los discapacitados físicos, muy numerosos en su Diócesis de Lai. Inició el centro de Formación Profesional para jóvenes discapacitadas para que pudieran ser autónomas en sus vidas. Murió el 13 de diciembre de 2010 en pleno servicio, mientras se dirigía a la capital Njamena para recoger a unas compañeras y preparar lo necesario para la Navidad de la Misión. Un terrible accidente le arrebató la vida así como la del chofer del vehículo a pocos kilómetros de Bakchoro. Su vida ha sido semilla para los campos y pueblos tchadianos: el grano que cae en tierra muere pero se transforma por la fuerza del Espíritu en medio de la noche de África, despertando vida, esperanza y nueva humanidad.

La tumba de Mª Luisa se encuentra en el terreno de la Misión y desde que ella nos dejó se ha convertido en lugar de peregrinación de centenares de gente sencilla de nuestros pueblos que pasan diariamente para visitarla y hacer oración. Su entrega no era notoria, no era llamativa a los ojos de la sociedad actual "Es el evangelio del amor";. Lo que prima ante la necesidad es lo humano... Para ella era la mejor calidad de servicio al enfermo, al disminuido físico. Porque en lo humano está lo divino.