domingo, 18 de diciembre de 2011

50 Años de la Compañia Misionera en el CONGO


Acabamos de celebrar esta efeméride con la alegría y solemnidad propia de estas tierras africanas:
La gran celebración Eucarística celebrada el 4 de septiembre en una de nuestras parroquias de Kinshasa, San Eloy, fue ocasión de un gran encuentro y de acción de gracias por todo lo que el Señor nos ha dejado hacer en su campo de trabajo del Congo.
Ocasión de compartir con multitud de amigos y colaboradores de nuestras misiones.

La iglesia desbordando de alegría, de color y de vida en una preciosa liturgia presidida por nuestro Cardenal y amigo Mgr. Laurent Monsengwo, por el Obispo de Idiofa, Mgr Moko y por 35 sacerdotes. Numerosas comunidades religiosas se unieron a nuestra celebración y compartimos luego una alegre comida de hermandad.

Todo ello fue precedido por el análisis de este gran recorrido de 50 años transcurridos a través de muchas dificultades, sacrificios y muerte, pero también mucha vida, confianza y fe en Dios que todo lo puede y nos acompaña en nuestro caminar; porque estamos convencidas de que la Compañía le pertenece, es obra del Corazón de Cristo y don de sus manos aquí en el Congo, como en otros rincones de la tierra.
Con El Seguimos nuestro caminar en este nuevo periodo que se inaugura.

Pequeña historia:

En 1961, apenas declarada la Independencia del Congo Belga, cinco hermanas de la Compañía salieron de España, de nuestra casa en la C/ Loma- MADRID, para comenzar en el corazón de África, la misión evangelizadora que estaba en sus inicios. Respondían a una llamada de Mgr. Toussaint, obispo Oblato de María Inmaculada, belga, a quien se le habían asignado grandes zonas en la región de Bandundu, Idiofa.

Eloisa Cuellar, Carmen Julià, Antonia Mingito, Josefina Solans y Camino Arraiza, de cinco provincias bien distintas de España, unían sus vidas, su juventud, sus conocimientos, su fe y su entusiasmo misionero y empezaron la misión de Intswen, donde se iniciaba la obra de la Compañía Misionera en África.


Los grandes esfuerzos de puesta en marcha de la misión de Intswem entre las tribus babundas, se vieron pronto interrumpidos por la « Rebelión Mulelista » en enero de 1964; año trágico para la Diócesis de Idiofa.

Las hermanas tienen que abandonar la misión pero salvan sus vidas en medio de la turbulencia y la barbarie. Las consecuencias son graves, varios Padres Oblatos sufren el martirio, la región vive una desestabilización total. Las misiones son saqueadas por los rebeldes y abandonadas.

Pasado un cierto tiempo, y una vez controlada la rebelión, las hermanas llamadas por el Obispo Mgr. Toussaint, preparan su regreso. Nada les frena en su deseo de ayudar a la población tan duramente castigada por los grandes desordenes.
Vienen con nuevos ánimos, más experiencia, nuevas formas de trabajar.

Las primeras tareas en la Misión serán de recuperar las niñas y jóvenes, victimas más sensibles por su vulnerabilidad. Sanidad, escuelas básicas de recuperación, visitas a los pueblos, reflexión y concientización sobre los hechos ocurridos… Dar vida, abrir horizontes, crear esperanza, curar, acompañar, enseñar, bajo el empuje del amor del Corazón de Jesús.

Nuevas misioneras van llegando…y nuevos lugares de la misión: En Idiofa: en Mwilambongo, Koshimbanda, Matshi y Banga-Banneux; en Kinshasa: Ndolo, Lingwala y Kintambo. En el Congo Brazzaville: M’Nfwati.

Han transcurrido 50 años y el país sigue lleno de conflictos, buscando su camino en medio de un mundo globalizado. El continente Africano y concretamente el Congo es objeto de la mirada y ambiciones de los grandes de este mundo a causa de las grandes riquezas que encierra su subsuelo… Ello es la causa de la guerra prolongada durante 9 años y con nuevos rebrotes en las zonas fronterizas de los Grandes Lagos.

Se celebran nuevas elecciones Presidenciales, que en estos momentos parecen más camino de conquista hacia el poder que de servicio al pueblo.

La Compañía y cada una de las hermanas que hemos adoptado el Congo como nuestro país de adopción, vibramos y compartimos cada acontecimiento, nos solidarizamos con cada amenaza, intentando siempre mirar al futuro con una visión de esperanza, pensando que un mundo mejor es posible para nuestro pueblo.
Hacemos un recuerdo especial de las hermanas que han dejado nuestra tierra después de haber entregado sus vidas por el Congo con total generosidad. Ellas gozan y nos acompañan desde la casa de Paz y de Luz eternas del Padre: Elvira Melendres, Antonia Mingito, Lola Lopez, Carmen Julia, María Vilalta, Celia Perurena, y Mª Luisa Yañez.

Tampoco podemos olvidar a todas aquellas hermanas que trabajaron en el Congo que nos animan desde otros lugares de misión esparcidas por el mundo.
Recordamos en especial las hermanas mayores y enfermas cuyo corazón ha quedado en el Congo y esperan el paso del Señor desde el servicio, el sufrimiento y la oración. Nuestra gratitud se vuelve hacia todas ellas por toda la labor realizada a lo largo de todos estos años.

Balance de este recorrido de 50 años

•    Constatamos que el amor por nuestro pueblo ha crecido día a día.
•    Son incontables el número de jóvenes, niños y familias que hemos podido ayudar, formar, curar, acompañar, enseñar.
•    Nuestra familia religiosa está dando sus frutos en jóvenes religiosas, bien formadas, que van cogiendo responsabilidades, varias de ellas misioneras en otros países lejanos.

Objetivos al presente

Nuestro carisma misionero sigue enviándonos a « evangelizar amando » en sencillez de vida, cercanía y espíritu de familia.

Nos empuja a:
Denunciar el mal que nos rodea, la pobreza, la injusticia, la corrupción, los abusos y la ignorancia de la mujer,

El kindoki (brujería)…
Anunciar que Jesús y su Evangelio es lo mejor que podemos ofrecerles, porque su Palabra es Vida, Luz y Salvación.

Nuestras actitudes en esta nueva etapa que emprendemos después de celebrar los 50 años deben ser las de:
Mujeres fuertes, marcadas por la experiencia del amor del Corazón de Cristo, convencidas de la Misión de Jesús, portadoras de luz, de vida, de alegría y esperanza, con una predilección hacia los más pobres, en medio de nuestro pueblo a partir de la tarea encomendada a cada una de las hermanas.

Nuestras armas:
La sencillez, la humildad, el servicio y la oración
La escucha y la acogida, formando y defendiendo los derechos de la mujer y protegiendo los derechos de los pobres.
Todo un programa siguiendo los pasos de Madre Pilar Navarro que nos ha dejado un legado de humanidad, de sencillez, de realismo y de profunda visión de la obra misionera

« Que nuestra familia, la Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús viva unida según el espíritu del clan africano »… (Clan en que todos los miembros vienen de una misma sangre ancestral), porque en cada una de nosotras circula la misma sangre de Jesús que nos ha redimido y nos fortalece día a día en la Eucaristía

“Año de jubileo concuerda con “año de Justicia del Reino y de liberación de los oprimidos” que vuestra acción profética en favor de los marginados y oprimidos sea una acción prioritaria a favor de nuestra sociedad congolesa” de Mgr Laurent Monsengwo, Cardenal de Kinshasa)

Roser Morera