miércoles, 13 de marzo de 2013

¿Quién nos rodará la piedra?

El primer día de la semana, antes que despuntara el sol, María Magdalena y María, la madre de Cleofás, Juana y Salomé, se dirigían al sepulcro con los aromas que habían preparado para ungir el cuerpo de Jesús. Durante el camino iban pensando: ¿Quién nos rodará la piedra de la entrada a la tumba? Pero al llegar, sorprendidas, comprobaron que la piedra que cerraba el sepulcro había sido removida. Al entrar y dilatar los ojos para vencer la oscuridad, buscaron el cuerpo de Jesús y no lo encontraron, no sabían qué pensar. ¡Jesús no estaba, había resucitado!
 

Algo inesperado sucedió esa mañana, la novedad irrumpió y se abrió camino donde todo parecía sellado. La piedra no retuvo la muerte. La muerte fue rodada por la Resurrección. La luz de un nuevo amanecer comenzó. No hay duda, es posible, Jesús, nos ha abierto las puertas. Ya no habrá más piedras en el camino, El es el camino.
 

La Muerte ha sido rodada, pero a nuestros ojos les cuesta ver y nuestros corazones incrédulos siguen encontrando muchas “piedras” en el camino: “piedras” que nos impiden ir más allá de nosotros mismos, de superar nuestros miedos; “piedras” que nos impiden ver al resucitado ahí dónde nos encontramos; “piedras” que nos limitan, nos impiden avanzar, nos cierran el camino; “piedras” que nos roban la esperanza y la alegría.
 

Hoy, todavía seguimos aferrados a esas “piedras” y corremos el peligro de caminar hacia el futuro privados de espíritu profético.