miércoles, 15 de octubre de 2014

RENACE LA ALEGRÍA


 El tema en sí es sugerente, vivimos a ritmos acelerados, acontecimientos de toda índole, situaciones al límite, todo un panorama donde a penas queda tiempo para pensar lo que nos mueve interiormente.
 

 Sí, expresamos manifestaciones de alegría cuando recibimos una noticia agradable, cuando nos han reconocido por algo, cuando hemos hecho un buen trabajo o una buena acción, pero, en definitiva, cuando las “cosas” nos van bien.
 

 Nuestro comportamiento responde a esa mentalidad dual, que está programada para decidir lo que es bueno o malo, bonito o feo, lo que nos da la alegría o lo que nos pone tristes, mentalidad que todo lo domina y lo posee, siempre ahí, pegada a la conciencia obsesiva de convicciones.
 

 Por eso es necesario llegar al fondo de uno mismo, del propio ser y de la propia interioridad para recuperar la identidad de lo que somos como hombres y mujeres y como discípulos y seguidores de Jesús, comprometidos en la construcción del Reino de Dios como Buena Noticia para los empobrecidos.
 

 Solo desde ahí, puede brotar la alegría que es el signo de que hemos sido tocados por esa buena noticia de la felicidad que sentimos y experimentamos desde esa unidad con Dios y con todo lo que nos rodea. En éste día del Domund todos los discípulos y discípulas del Señor estamos llamados a cultivar la alegría de la evangelización. Por eso podemos proclamar como dice el Papa Francisco ¡NO NOS DEJEMOS ROBAR LA ALEGRIA EVANGELIZADORA! “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por El son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesús Cristo siempre nace y renace la alegría” (exhort. Ap. Evangelii gaudium, 1)