martes, 4 de noviembre de 2008

Gracias por participar en nuestra Asamblea General


La Compañía Misionera os tiene a todos como amigos, y por eso quiere compartir con vosotros lo que ha vivido estos meses pasados, concretamente en agosto y septiembre, como un gran acontecimiento eclesial. Muchos os preguntareis qué es eso, qué es una Asamblea General de monjas, y qué han hecho nuestras amigas misioneras durante tanto tiempo. Pues bien, os lo vamos a contar.

La Asamblea General es el órgano supremo de nuestra Congregación que se convoca cada seis años para tratar asuntos de especial importancia y para elegir a la superiora general y al consejo general. En esta Asamblea participan hermanas de todas las partes del mundo donde estamos trabajando, 24 en total, que han sido elegidas por las que forman las comunidades donde viven: Madrid, Marruecos, Colombia, Haití, Perú, República Democrática del Congo, Tcha, Camboya, India y Marruecos.

Todas ellas se reúnen para buscar juntas lo que es mejor para la Congregación. Se reúnen pidiéndole al Espíritu Santo que nos prepare a todas para estar abiertas a mirar juntas el cuerpo congregacional, es decir, la Compañía Misionera en diálogo con el mundo de hoy, con este mundo del siglo XXI.

Todo esto tiene como objetivo reavivar la fidelidad al carisma, que no es otra cosa que nuestra peculiar manera de ser y de hacer, a la vez que piden a la Virgen María, modelo de nuestra vida, audacia y lucidez para ser fieles a su Hijo.

Además, también se reúnen para elegir a la nueva superiora general para seis años.


La Asamblea General es un acontecimiento eclesial que, aunque se celebra sin publicidad alguna, no es nunca un acto privado, sino que pertenece a la vida de la Iglesia y, por este motivo, reviste siempre un carácter teológicamente público. Es un “momento fuerte” en el proceso de renovación y adaptación de la vida religiosa de un Instituto.


Es por ello que hemos querido compartir con vosotros y vosotras, para que nos ayudéis pidiendo al Señor por que la Congregación entera tome conciencia de su propia situación en todos los ámbitos, confronte lo que ella misma es de hecho con lo que tendría que ser en la vivencia sincera del propio carisma fundacional.


Vosotros y vosotras, queridos amigos, con vuestro recuerdo, oración y sincera crítica estáis llamados a participar con nosotras en estos privilegiados momentos.


Gracias si así lo hacéis.

Macaya


Macaya es una comunidad indígena de la etnia Shipibo-Conibo que está ubicada en la selva del Perú, concretamente en el departamento de Ucayali, distrito de Iparía. Dista de la ciudad de Pucallpa, capital de la región de Ucayali, unos 300 kilómetros, distancia que debe recorrerse por río, lo que hace que el viaje dure dos días y medio. El único medio para llegar a Macaya es el río.

La Compañía Misionera está presente en medio de este pueblo a través de un grupo de hermanas que procurando vivir insertas e inculturadas han querido acercarse al corazón del pueblo Shipibo – Conibo para conocerlo, amarlo y servirlo, al estilo de Jesús, intentando ser testigos, de su Reino.

Estas hermanas han procurado hacer suyas la lengua, la forma de vestir, la manera de vivir, tratando ser una más entre los Shipibos -Cunibos. Para ellas la vida transcurre sencillamente, compartiendo las alegrías y tristezas de este pueblo. Participan activamente de sus asambleas, fiestas y actividades; los acompañan en sus enfermedades y duelos procurando aliviarles en su dolor, los apoyan en sus luchas, que no son pocas (defensa de sus tierras, de sus cochas, de sus bosques, de sus derechos).

Las hermanas de Macaya, quieren hacer vida las palabras de Jesús (Jn 10,10), que nos recuerda que ha venido para que tengamos vida y vida en abundancia, y por eso trabajan en todo lo que contribuye a esa vida. De allí que le den fuerza a apoyar proyectos de desarrollo sostenibles, protección y cuidado de la salud y del medio ambiente, promoción de la mujer, educación de adultos y defensa de sus derechos, entre otras cosas.

Convencidas de que el mandato de Jesús es “id por todo el mundo y predicad el Evangelio” pasa por el conocimiento y respeto de la cultura, y por ende de la religión, no se cansan en recorrer el difícil camino que las lleve a entablar un diálogo intercultural e interreligioso.

Al mismo tiempo comparten la fe con los hombres y mujeres que han manifestado el deseo de conocer a Jesús.

En este compartir la fe, la fuerza la ponen en la importancia de la relación personal con Dios y que de dicha experiencia brote en ellos y ellas el deseo de vivir según el pensamiento del Señor, haciendo lo que Dios quiere como camino que les lleve a ser felices.

Nueva superiora general


María Amparo Zaragoza Castelló nació en Valencia (España) el 6 de junio de l942. Desde los siete años, junto con su familia, se fue a vivir a Perú, motivo por el que ella se reconozca peruana. En Lima hizo sus estudios primarios y secundarios, al cabo de los cuales ingresó en la Compañía Misionera en 1960. Viajó a España, concretamente a Tarancón (Cuenca) para hacer su Noviciado.

Terminando el Noviciado, en 1965, pasó a Estados Unidos (Adrian) para hacer estudios universitarios. En l969 obtuvo la Licenciatura en Ciencias y Tecnología Médica. Este mismo año fue destinada a Perú, prestando servicios en los pueblos de Lagunas, Santa María de Nieva y Caco Macaya. En medio de diversos grupos étnicos de la Amazonía peruana ha desempeñado su labor misionera. Ha sido en el campo de la salud donde más ha destacado, llegando a salvar muchas vidas.

En la Congregación ha prestado variados servicios, entre los que destaca el de vice-superiora general y regional de España (2002-2008), maestra de novicias en España (1978-l982), o regional de Perú (1972-1975). También ha sido maestra de postulantes y junioras, administradora y, en varias ocasiones, consejera regional, todo ello en Perú.

Conocida como Soi Beca entre los shipibos, pueblo con el que ha gastado la mayor parte de su vida, se siente shipiba de corazón. Ella ha aprendido mucho entre los shipibos-conibo en los que ha encontrado a unos verdaderos hermanos y hermanas.


Representación de Misión Compartida en la Asamblea General


Como Misión Compartida he tenido el privilegio, junto con Isabel Cabrera, de representaros en la Asamblea General de la Compañía, a los/as laicos. Esto que parece tan “rimbombante” ha resultado uno de los momentos más enriquecedores que he tenido desde que pertenezco al grupo. También para Isabel ha sido una buenísima experiencia.

Invitadas por Rosa y Rían llegué a la Casa (así la llaman las hermanas)a las 4; ya estaban reunidas representado a cada una de la tierra de misión en la que trabajan, y no sé cómo explicaros la energía que había en la sala, quizás podréis haceros una idea si pensáis en lo que generan unas treinta y tantas mujeres sonriendo que te acogen como si te conocieran de toda la vida, así las sentí y creo que Isabel también. Sentí una sensación de maravillosa acogida aunque claro esto no quiere decir que no estuviera nerviosa por lo que tenía que representar, mi preocupación era que se entendiera bien lo que sentimos como grupo y también que a nivel individual pudiera explicarlo que me suponía estar en el grupo.

Jesús de Nazaret dijo que “cuando dos o más estuvieran reunidas en su nombre allí estaba Él”, bueno, pues estaba. La corriente de escucha, respeto y comprensión se notaba en todos los ojos que me miraban (que nos miraban) y poco apoco me sentí más relajada y sin miedo a intervenir.

Agradezco mucho que Isabel me acompañara porque me hacía sentir grupo y creo que a ella también le llego el sentirse a su anchas porque sus intervenciones fueron perfectas y oportunas.


En la próxima reunión os explicaremos cómo ha resultado este encuentro y lo que les hemos pedido a la asamblea, y os contaremos que están haciendo los laicos en otros países. Este mensaje es para deciros que estamos en buenas manos y recorriendo un camino que merece la pena dentro de la Compañía Misioneras.


Un beso fuerte y nos veremos el 21.

Mari Carmen

Encuentro en el CAM3, una experiencia inolvidable


La inauguración del encuentro fue muy bonita, había gente de todos los países de América, cantaban todos/as con alegría y se sentía la fuerza del Espíritu. Representaron América con pan como ofrenda a todo el continente y lo ofrecieron. En el foro participe en “Misión y Fundamentalismo Religioso” pues lo que yo había escogido (Laicado misionero), no tenía participantes.

La familia en la que me hospedé me trató muy bien, era una familia unida y religiosa con ganas de saber de Dios, cada noche rezaban juntos y compartían sus cosas. Les dije que era laica y les conté de la misión de las hermanas se interesaron mucho y me dijeron que querían pertenecer al grupo de laicos de la Compañía esto me hizo muy feliz. Le dije que ya les informaría sobre los pasos que tienen que seguir para serlo.

Estoy muy agradecida por haberme dado la oportunidad de asistir al CAM3 pues ha sido una experiencia inolvidable.


Un abrazo fuerte en la distancia.

Marta Velásquez