viernes, 4 de diciembre de 2009

¿Es buena noticia hoy?


Esta noticia que nos trae el Puente Misionero, no aparecerá como hecho interesante en los medios de comunicación. La televisión no presentará ni hará propaganda de lo bueno que llegó a la tierra hace XXI siglos y que recordamos cada año por estas fechas.

Las calles volverán a iluminarse de colores; los escaparates explotarán de regalos y golosinas que no podrán hace suyos ni los parados, ni las esposas de los parados ni los hijos de los parados, ni los que viven sin techo.


La música y el parpadeo de los fluorescentes no alegrarán los corazones de muchos. Pero nosotras queremos dar LA MEJOR NOTICIA la del nacimiento del Hijo de Dios que se hizo carne en las entrañas de María.


Dice José Antonio Pagola en su libro “Jesús Histórico” que la llegada de Dios es algo bueno. Es bueno para nosotros que Dios se acerque. No viene a defender sus derechos y a tomarnos cuenta si no cumplimos sus mandatos. No llega para imponer su dominio religioso: llega para otra cosa, porque lo que le preocupa a Dios es liberar a los hombres y mujeres de cuanto los deshumaniza y les hace sufrir.


Es por eso que cuando Juan envió a sus discípulos a preguntar a Jesús si era El que había de venir, o debían esperar a otro, Jesús respondió: “Id y contad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva”. (Mt. 11. 3-5).


Y cuando Jesús envió a sus discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y dolencia.


El mensaje de Jesús impresionó desde el principio a sus conciudadanos, porque en El, Dios se preocupaba por ellos. Dios no se hace hombre para destruir a los romanos ni aniquilar a los pecadores. Viene para liberar a todos del poder último del mal.


Y Dios está en nuestra Historia: actúa en ella a través de los hombres y mujeres que se comprometen con EL, los ciegos ven, los cojos andan y el mensaje de estos hombres y mujeres que es el mensaje de Jesús, genera una alegría grande entre los pobres y los sencillos, gente sin prestigio, sin seguridad material pero se saben hijos amados por Dios. Jesús felicita a sus seguidores porque están experimentando junto a Él lo que tantos personajes grandes de Israel esperaron pero nunca llegaron a conocer: Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis.” Porque yo os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver, pero no lo vieron y oír lo que vosotros oísteis pero no lo oyeron.”


Y nosotros que hemos oído “Os ha nacido un Salvador id y lo veréis”¿Qué hacemos para transmitir esta BUENA NOTICIA en el entorno en que nos movemos? ¿Cómo reconocemos los malos espíritus para expulsarlos? ¿Cómo abrimos los ojos de los ciegos? ¿Qué pobres tenemos a nuestro alrededor con los que podemos ser solidarios? ¿Qué dolor humano podemos sanar?


Solo si utilizamos el poder de Jesús para luchar contra el mal y salvar lo que haya deshumanizado a nuestro alrededor, estaremos dando la BUENA NUEVA a los demás.


Equipo de Redacción

Desde Surat nos llega este relato que nos trae dos buenas noticias

El amor del Esposo de Rupa que fue auténtico hacia ella, generoso, tierno y fiel hasta la muerte. El ejemplo que nos da Hermana Mary, en primer lugar para el matrimonio y para todos nosotros, contemplando arrodillada, ante unos pies sucios y deshechos por la enfermedad, al propio Jesucristo.


Experiencia del amor incondicional de Dios

La espiritualidad de la Compañía está basada en la experiencia del Amor incondicional de Dios hecho carne en el amor humano de Jesús. En el número 4 de nuestras Constituciones se nos dice que es un “Amor que nos compromete igualmente con la realidad en que vivimos, y nos lleva a restablecer las relaciones de amor y de justicia exigida por la igualdad fundamental de todos (los hombres) ante Dios, como hijos en el Hijo, haciendo posible la fraternidad universal propia del Reino”.

Nunca pensé que un día este artículo que está en nuestras Constituciones, citado en nuestras conferencias y documentos, me iba a ser enseñado a ser vivido concretamente, de la mano de un pobre mendigo leproso.

Aquella mañana mi meditación se había centrado en la reflexión de “Jesús lavando los pies de Pedro” y la pregunta que me suscitó: ¿Dónde se encuentra Jesús? La respuesta fue “arrodillado frente a sus pies sucios”.

Era en la Leprosería de Surat (India), un día normal. Un día normal empieza a las ocho de la mañana distribuyendo a cada uno de los enfermos su medicina y después hacemos las curas en el dispensario que suelen terminar cerca de las 12 de la mañana. Las mujeres, pacientes que me ayudan en las curas, después que todos los enfermos se han ido, limpian el recinto, lo cierran y se van a comer.

GRAN TERNURA
Justo cuando todo ya estaba limpio y cerrado, apareció una pareja de ancianos para las curas. El hombre que me ayuda en el dispensario no quería dejarlos entrar, por que venían tarde y fuera del horario. Fui inmediatamente a ver lo que pasaba. La mujer estaba muy demacrada y el hombre muy anciano, la bajaba del triciclo rickshaw en sus brazos. La pierna de la mujer era totalmente una herida infectada que olía mal.


Miré a la mujer. . . era una miseria, delgadísima, no tenía manos, la enfermedad se las había destruido hasta las muñecas, los dedos de los pies, y también los ojos en su cara desfigurada. No quedaba nada de esa belleza exterior, tan deseada por el mundo de hoy, pero su marido veía otra cosa. . . la miraba con ternura. Pensé. . . “Aquí está Jesús arrodillado frente a estos pies sucios. Y yo ¿Dónde estoy? ¿Puedo estar en otro sitio?”


No tuve tiempo para pensarlo. El anciano respondió a mi pregunta interior con sus ojos, implorando mi atención a la mujer. No dudé. . . yo tenía que estar allí donde están los pies sucios. Me necesitaban en este momento, no podía hacer otra cosa.


Pero eso no fue todo. El hombre era como Jesús para mí. Me dijo: “Hermana, si hospitaliza a mi mujer yo me quedo con ella para cuidarla”. Así lo hicimos.

El iba muy limpio, con barba, como un sacerdote hindú. Vivían en un suburbio habitado por enfermos de lepra. El iba a los templos para mendigar y la mujer, en un carrito de madera, mendigaba también por las calles.


POBRES Y FELICES

Me emocionó lo que dijo luego: “Hermana somos pobres y tenemos tres hijos, pero vivimos contentos. La he cuidado todos estos años curándola cada día. Yo estoy bien, no me he contagiado de la lepra. ¡ Que Dios no de esta enfermedad a nadie!”.


Se había casado con ella cuando era joven aunque ya tenía la enfermedad y estaba desfigurada.


La curé y al día siguiente llamé al médico para ver si necesitaba una amputación de la pierna. Vimos que la mujer no tenía fuerzas para resistir una operación y quedamos en curarla cada día y reforzarla con vitaminas y nutrición. . . pero no nos dio tiempo a ello. El mismo día por la tarde se fue a una vida mejor.


Me llamaron diciendo que había dejado de hablar. Cuando fui. a su cama estaba el marido a su lado, llorando y acariciándole la cabeza con las manos, hasta que murió en paz.


Estuvieron solamente un día y una noche con nosotras pero me impactó mucho el amor incondicional que él sentía por su mujer, en la manera como la cuidaba y en que aceptó su muerte con mucho dolor pero con confianza en Dios.


Mientras teníamos el cuerpo allí y la ambulancia esperando para llevarla al crematorio, todos los enfermos la acompañaban con cantos, pero él se quedó rezando en voz baja y rostro de paz.


Aquí, en este anciano, he palpado el amor incondicional que Dios nos entrega en su hijo Jesús.

Mary Depenha

Roser Reixach nos cuenta su experiencia de Misión


Si tuviese que salir corriendo y dejar mi casa ¿Qué cogería para llevar de entre todo lo que tengo? Seguramente sería difícil hacer la elección por la cantidad de cosas que poseo. Esta pregunta me la he planteado unas cuantas veces desde que regresé de mi viaje al Perú este verano, concretamente a Santa María de Nieva, lugar donde se juntan los ríos Nieva y Marañón, que más adelante desembocan en el Amazonas.

Es una zona totalmente alejada de las vías principales del comunicación del país, donde habitan los aguarunas. Ellos, habitualmente viven en una cabaña hecha de madera, cubierta de hojas de palmera, un único espacio que comparten con toda la familia y si también es necesario con los animales; gallinas, conejos, puercos. No hay más muebles ni utensilios, simplemente unos maderos que hacen de lecho, unos troncos en tierra para sentarse y unos cuantos para cocinar en el fuego que hacen allí mismo.


Estuvimos alojados en la casa que las Misioneras tienen en santa María de Nieva y vivimos en primera línea el trabajo que realizan allá donde se las necesita. Ellas comparten la vida de los aguarunas desde hace muchos años, viven sus problemas y necesidades y luchan para que sean capaces de salir adelante por sí mismos, sin ayuda externa, que saben nunca van a tener. Objetivo que todavía está muy lejano pero que hace refl exionar muchísimo, sobre todo ahora, en las fi estas de Navidad.

El año 1954 llegaron las Hermanas de la Compañía Misionera del Sagrado Corazón de Jesús, a la cual pertenece mi tía Benita Bría, y desde entonces realizan diversos programas en el área de pastoral, salud, educación y promoción de la mujer.

Los aguarunas, lo poco que tienen lo comparten y se sienten agradecidos si simplemente los visitas y escuchas. Nosotros, en esta sociedad, quizás no queremos reconocer que vamos creándonos necesidades continuamente para engrosar la noria del consumo y que, si nos diésemos cuenta de que tantos objetos no nos sirven para ser felices, aprenderíamos de los grupos humanos, como los amigos aguarunas que he tenido la suerte de conocer este verano, que para ser feliz se necesitan menos cosas superfl uas, y sí los valores de la simplicidad de vida, la acogida al que llega y el compartir lo que se tiene, que ellos viven de manera tan natural.


Roser Reixach

jueves, 3 de septiembre de 2009

Un pueblo que resurge de las cenizas

Quieren conocer el trozo del mundo donde viven nuestras hermanas, Micaela Sánchez, Carmen Cardosa, Caqui Picón y Hasumati Gamit? Ellas se fueron lejos, muy lejos. El mundo en el que viven y la tarea que realizan es lo que el Puente Misionero les quiere contar hoy.

Camboya es un pequeño país tropical, arrinconado precariamente en la península del sureste asiático, entre Tailandia, Laos, Vietnam y el mar de la China al Sur.

Rara vez en la historia humana, una nación estuvo tan metida en guerras, autogenocidios, trabajos forzados y autodestrucción como Camboya en los finales del siglo XX. Esta historia data de hace dos mil años. Entre los siglos IX y XIII (“Periodo Amgkor”) los reyes camboyanos controlaban vastas porciones de la península Indochina. Fue un periodo marcado por logros científicos, culturales y religiosos: fue “su siglo de oro”. En la mitad del siglo XIX el país fue colonizado por Francia y fue entonces parte de la Indochina Francesa. Los vietnamitas primero, y los norteamericanos después (que en 1969 la bombardearon para destruir las instalaciones militares), la destrozaron. En 1970 el ejercito norteamericano, invade Camboya matando e hiriendo a civiles y destruyendo mercados, campos de arroz y aldeas, en busca de comunistas vietnamitas. La acción militar estadounidense terminó en agosto de 1973 pero las guerras civiles continuaron.

Un movimiento comunista –el Khmer Rojo–, unido a vietnamitas declaró “el Año Cero”, es decir el comienzo de una nueva era. Y empezó un programa extremo de reconstrucción social. Para lograr estas metas Camboya fue aislada bajo un grueso velo de secreto. Las comunicaciones cortadas, las fronteras custodiadas, se acabó la mecanización y el trabajo manual reemplazó a éste, y todos los camboyanos se convirtieron en trabajadores campesinos, lo mismo hombres que mujeres o niños, trabajando 18 horas al día.

Para forjar el “Año Cero” se declaró ilegal casi todo lo que evocaba las bases culturales de Camboya. En la mayoría de los casos la familia perdía todo contacto y los niños vivían separados de sus padres.

Lo que está infectado debe ser extraído, es la filosofía para la purificación social: los menos “puros” que los campesinos eran eliminados sistemáticamente. Cualquier causa era suficiente para ser ejecutado, en presencia de los familiares que no podían llorar porque ello era cuestionar los juicios del sistema. Seguiríamos contando casos y cosas absurdas: cadáveres y tumbas comunes se dispersaban alrededor de todas las aldeas. Los camboyanos comenzaron a llamar a su tierra “Los campos de la muerte”.

Y ¿hoy qué? ¿Como sigue la historia?. En la Navidad de 1978 las fuerzas vietnamitas ayudadas por pequeño contingente de disidentes de Khmer Rojo atacaron ferozmente Phnom Pemh la capital y el 7 de enero de 1979 tomaron el control del país. El país estaba en ruinas, todo reducido a escombros, sin luz, sin comercio, sin moneda, todo había sido abolido. Los supervivientes del holocausto –murieron alrededor de 2,000.000– y con sus vidas destrozadas buscaron las fuerzas para reconstruir sus propias vidas y su nación.

Nuestra comunidad

La Compañía Misionera en Camboya esta ubicada en Poipet, en la frontera con Tailandia. Somos una comunidad de 5 hermanas: Micaela y Paqui (españolas); Hasu y Gomi (indias); y Carmen (peruana). Nuestras diferentes nacionalidades manifiestan ya nuestra universalidad cultural, eclesial y el estar llamadas a vivir en comunión para ser signo de fraternidad universal. Queremos ser testigos de la presencia de Dios y los valores del Reino para colaborar en su proyecto de Vida para este pueblo. Para poder colaborar con ese plan de Dios, tenemos que descubrir por dónde Dios le da la Vida a este pueblo, por dónde en su religión, por dónde en sus manifestaciones culturales y tradiciones, por dónde en lo que viven cada día. Por dónde…? Conscientes que no podemos hacernos cargo de esta tarea sin conocer bien su lengua y también por razones prácticas de trabajo durante este año nuestra comunidad le está dando prioridad al estudio de la lengua khmer.

Nos gustaría poder comprender mejor la manera como entienden y viven los camboyanos su religión y cómo se relacionan con lo trascendente, nos mueve el deseo de compartir la vida con ellos de una manera sencilla y fraterna. Hemos comprado un terreno en una zona cercana a la gente y tenemos el plan de construir nuestra casa y una casa de acogida para jóvenes. Ponemos en las manos de Dios nuestro objetivo de vida y misión y confiamos en que Dios nos irá guiando y mostrando el camino por dónde y cómo irlo concretizarlo.

LA COMUNIDAD CRISTIANA

La Comunidad Cristiana en Poipet es muy pequeña. Esta formada por unas 10 familias de ascendencia vietnamita y unos 12 jóvenes camboyanos que fueron bautizados en los últimos años. Con ellos y con los niños y jóvenes del internado que tienen los Don Bosco, que son unos 30, celebramos cada domingo la misa. El pequeño espacio con que contamos para la Eucaristía se queda repleto de gente. Tenemos grupos de catequesis a todos los niveles: Principiantes, para Bautismo, para Confirmación y adultos. Sin embargo somos conscientes que todavía hay una carencia de formación, por eso uno de nuestros mayores esfuerzos esta dedicado a la formación de catequistas y desde ellos a toda la comunidad cristiana.

Camboya es un país mayoritariamente Budista, para ellos nosotros los cristianos somos de la “religión extranjera”, se puede decir que nos ven como en nuestros países católicos vemos a las sectas. Los católicos en general tenemos una postura respetuosa frente a su religión, tradición y costumbres, no imponemos nada ni rechazamos lo suyo. Lo interesante es ver como cada vez son más los camboyanos que se bautizan y acogen el evangelio en sus vidas. Nuestra Iglesia les ofrece una formación en la fe, un horizonte, un camino por donde andar, viene a llenar un vacío que la religión budista a causa de tanta necesidad y pobreza no ha podido ofrecer.

Es aquí donde vemos que nuestra Iglesia tiene un desafío y a la vez una oportunidad, la de saber ser presencia de Dios, mostrar a nuestros hermanos camboyanos que en sus luchas diarias por sobrevivir y ganarse el pan de cada día no están solos, que Dios está luchando con ellos, que Dios esta dándole fuerzas y ánimo para vencer las adversidades que les toca afrontar. Que nuestro Dios no solo quiere su bienestar material, sino que quiere llegar a ser el centro de sus vidas, la fuente de Vida que sacie todo deseo y aplaque sus ansiedades, quiere ser lo que de sentido a sus vidas. Saber ser signos que muestren el rostro amoroso y cercano de Dios es nuestra tarea.

Hace poco, el 24 de mayo celebramos la Ordenación Sacerdotal de Jub, un tailandés jesuita que se ordeno en nuestra diócesis de Battambang para el servicio de los camboyanos. La gente allí reunida, unas dos mil personas, vibramos todos con la sencillez y profundidad de la celebración. La vocación de Jub nació, se fortaleció y se consolidó en Camboya, estando al servicio de ellos como voluntario reconoció la voz de Dios que lo llamaba para una consagración total a Dios y a los hermanos. Ese gran día, todos fuimos testigos de la obra que Dios hace hoy y aquí en Camboya con los que le abren el corazón.



Escolarización para los niños más pobres de Poipet (Camboya)

Una manera que hemos encontrado de mostrar el amor y la cercanía de Dios a nuestros hermanos es a través de un pequeño programa que llamamos “Niñ@s de Esperanza”. Se trata de ayudar a niñ@s de familias pobres y necesitadas para que vayan a la escuela. Les facilitamos los útiles escolares y les damos un aporte mensual en arroz, sardinas y útiles de aseo personal. La falta de escolarización es una de las mayores necesidades que encontramos en Poipet. Lo común es encontrar niños y niñas entre 9 y 15 años trabajando para ayudar a sus familias, o que son ellos los encargados de cuidar a sus hermanos menores. Aquí en Poipet la gente pobre solo piensa en cómo conseguir la comida ese día, si tienen suerte conseguirán unos 2 dólares para solucionar su existencia ese día y así uno sobre otro… El interés o dedicación por la educación de los niños, como suele pasar en nuestros países, todavía no es parte de su rutina o preocupación.

Lok Vuanna es el jefe de uno de los pueblos donde ayudamos a algun@s niñ@s con estas becas de escolarización, él y su personal que conocen bien la realidad de las familias nos ayudan con la elección de los niños. Desminando una zona de Poipet, Lok Vuanna sufrió un accidente de mina y desde entonces quedo amputado de las dos piernas y perdió un ojo, ahora se moviliza en silla de ruedas. El dice que esta realidad suya lo hace sensible al sufrimiento y necesidad de los pobres de su pueblo. Con generosidad y cariño nos permite que cada mes tengamos encuentros con l@s niñ@s de nuestro programa en las instalaciones de su ONG.


Hacemos seguimiento a l@s nin@s en sus casas y en las escuelas a donde asisten, nos interesamos por sus vidas, problemas y necesidades; los visitamos, escuchamos y animamos a que asistan a la escuela, a que sean aseados y educados; queremos que empiecen a adquirir valores como el respeto, la responsabilidad, la honestidad, la generosidad…Por eso en los encuentros mensuales una profesora khmer a través de historias, cantos y juegos les inculca algún valor. Lo gratificante de esta tarea es la respuesta que l@s niñ@s y sus padres van dando, empiezan a hacerse cargo del valor de la educación y muestran interés por aprender y hacernos ver sus avances en el aprendizaje a pesar de la pobreza de la educación en las escuelas. Pero quizá lo que más nos hace vibrar es ver como poco a poco los rostros y sonrisas de nuestro niñ@s van cambiando. La cara triste y desolada del niño o la niña que vimos por primera vez se va convirtiendo en un rostro alegre, esperanzado e iluminado por una hermosa sonrisa. Cada vez que los encontramos nos reciben con un acogedor y expresivo “Chumbriesuo Bong Srai” (Hola hermana!).

Carta desde Perú

En el umbral de mis 60 años, me estaba planteando cambiar de estilo de vida. El trabajo que hasta este momento, casi había sido el centro de mi vida, se estaba convirtiendo en algo rutinario. Me movía en un entorno en que reinaba la desconfianza, competitividad y susceptibilidad. Yo me preguntaba ¿todo esto para qué? Me parecía vivir una vida sin sentido, me cuestionaba la necesidad de un cambio, y decidí dejar el trabajo (ceder el campo a los jóvenes) y dedicar parte de mi tiempo a trabajos sociales en una organización solidaria con visión clara de Dios.

Fue entonces cuando la Hna. Rosa me animo a solicitar a la Compañía Misionera la posibilidad de partir a tierras de misión. Tomé el compromiso.


Una vez recibido el SI de la Compañía me encomendé al Señor y partí, por un año, rumbo a Perú –Misió
n de San Lorenzo en la Amazonia-Departamento de Loreto dispuesta a aceptar lo que el Señor quisiera de mí.

Mi experiencia en la selva ha reforzado mi fe en Dios. No puedo resignarme a que todo sea un puro azar privado de cualquier sentido. Hay realmente un sentido, una orientación en todo, ello me da fuerzas para no desanimarme, hacer el bien a mis semejantes aunque no pueda apreciar resultados. La tendencia de muchos cristianos en pensar de que el mundo de hoy no tiene solución es un error. Ahora no olvido que el mundo es obra de Dios. Si todos, en grupo e individualmente luchamos para ser mejores el mundo será también un poquito mejor.

Montserrat Cabré.

martes, 17 de febrero de 2009

La crisis de los más pobres


“Amigos del Puente Misionero. Como siempre, aquí estoy dispuesta a pasar un rato con vosotros hablando de nuestras cosas y se me ocurre que puedo hacerlo sobre algo que hace un tiempo está de moda y seguro están cansados de oír: ¡Crisis! ¿Y qué digo yo sobre crisis? Es verdad que hemos oído y leído en todos los medios de comunicación: “crisis de familia”, “crisis de valores” “crisis en la Iglesia”, y ahora, desde hace unos días “crisis del gas”. Crisis, crisis,…La hemos escuchado mucho pero ¿Hemos reflexionado sobre ella?

Ya parece que empiezo a saber lo que vamos a hacer: reflexionar sobre ello ¿Qué es crisis? No lo he mirado en el diccionario, pero lo he leído en algún sitio. Crisis es lo que surge cuando existe un desequilibrio. Y digo yo, que muy desequilibrado debe de estar este mundo global en el que vivimos. Algo grave debe de estar pasando cuando todos los políticos del mundo se reúnen y se vuelven a reunir buscando cómo resolver lo antes posible una de estas crisis, la “crisis económica”.

Se habla de inyectar a los bancos 700.000 millones de euros y dice alguien, y yo también, que si se repartieran tantos millones entre los pobres, se acabaría la pobreza. Ellos si que saben bien lo que es estar en crisis y sus consecuencias. Pero claro, dirán los sabios y entendidos que lo que hemos pensado algunos no es la solución. Y nos suspenderían en economía.

Cada uno intenta solucionar la crisis que le toca: unos se atropellan en las rebajas, otros se quedan con el coche viejo, esperando a que esto pase para comprarse uno nuevo; hay algunos que llevan al zapatero remendón a poner a sus zapatos medias suelas. Pero hay a quienes la cosa no les preocupa, para ellos no va la crisis porque en este mundo global en el que vivimos está repartido así el pastel. A los pobres les toca siempre perder: el inmigrante africano que duerme cada noche en un coche viejo abandonado a las afueras de la ciudad; otros lo hacen en los bancos de algún parque; los políticos reunidos en elegantes salones, buscan cómo encontrar la solución.

¿Cómo solidarizarnos con los últimos de la escala social? Es compleja la pregunta y más compleja aún la respuesta. Por lo menos no volver la cabeza para el otro lado. Que nos duela y que no nos deje tranquilos saber que muchos están sufriendo ya la tremenda situación de los que buscan y no encuentran trabajo, los que no tienen casa o ni siquiera una habitación dónde dormir caliente.

Las instituciones de la Iglesia intentan ayudar y ayudan lo que pueden. Hagamos todos lo que podamos con los casos que conozcamos y estén cerca de nosotros/as. Demos comprensión, cariño y “alguito más”.

Que el “darles vosotros de comer” del evangelio, nos estimule y lo que hagamos sea con tanta fe y cariño que nos queden “doce canastos con las sobras”.

Josefina Nieto

Efecto de la crisis económica en Bombardópolis, Haiti


Poco saben de la crisis en los pueblos en los que viven las hermanas, a pesar de que en el mundo hoy no se habla de otra cosa. Poco pueden decirnos de sus efectos y consecuencias. Estos pueblos han respondido a esta voraz crisis de la misma manera que hicieron antes de que comenzara. Allí no se sabe mucho de esto. Son pueblos que viven, siempre, dentro de la pobreza más absoluta. Las hermanas que habitan en Haití nos cuentan cómo es allí la vida, cómo hace la gente para sobrevivir en condiciones infrahumanas, cómo luchan por mejorar, ayudándose unos a otros a salir adelante y sin perder la esperanza de un futuro mejor.

Haití, un pueblo que muere de hambre bajo la indiferencia del mundo

En Haití, uno de los países más pobres del mundo, los habitantes con menores recursos han tenido que recurrir al lodo como alimento de la dieta básica. Con el aumento de los precios de los alimentos, muchos de los más pobres no pueden comprar siquiera un plato de arroz por día. El lodo ha sido favorecido desde hace mucho tiempo por las mujeres embarazadas y los niños como antiácido y fuente de calcio. Sin embargo, para la población de los barrios más humildes, las galletitas hechas con tierra, sal y mantequilla vegetal se han convertido en una fuente regular de sustento.

La agencia de los alimentos de las Naciones Unidas está cada vez más preocupada por los precios de los alimentos, que están subiendo fuertemente debido a varios factores climáticos y económicos. La mayor demanda de biocombustibles significa que se dedican menos terrenos a los cultivos alimenticios, lo que a su vez provoca una disminución de suministros y mayores precios. La Organización de Alimentos y Agricultura de la ONU lanzó un plan para combatir los aumentos de precios de los comestibles que incluye la distribución de vales a los agricultores para comprar semillas y fertilizantes en países pobres.


Los expertos dicen que los efectos sobre la salud son variados. La tierra puede contener parásitos mortíferos o toxinas industriales. Los médicos haitianos dicen que depender de las galletitas para sobrevivir conlleva un severo riesgo de desnutrición. Pero en Haití, los aumentos de precios y la escasez de alimentos amenazan la frágil estabilidad del país, y las galletitas de lodo son una de las poquísimas opciones que tienen los más pobres para no morirse de hambre.

Bombardópolis, Haití


“En este país hay poca producción nacional debido, en parte, a la falta de materia prima, al clima tan variable, tiempos de extensas lluvias que arrasan con todos los sembrados, o sequías intensas que los queman perdiendo gran parte de plantaciones. Todo esto hace que el país sobreviva de las importaciones, muchas de ellas donadas, con una precaria, débil e indigente economía nacional.

Unido a este problema, está el que produce la falta de infraestructura vial, la mayor parte de las “carreteras” de nuestra zona son caminos destapados que hacen difícil el acceso e intercambio de productos de un lugar a otro. Los medios utilizados para la movilización, son coches destartalados, además de burros y mulas, que como dice el refrán “alzando la enjalma, se le ven las
peladuras”. Animales que reciben un trato fuerte, poca y mala alimentación y un trabajo arduo para hacer.

Además, los fenómenos naturales: ciclones, tormentas tropicales etc., nos acompañaron en varios meses del año, propiciando desastres de gran envergadura, muertes de personas, animales y destrucción de productos agrícolas.

Una de las últimas medidas dadas por el gobierno nacional, está afectando y encareciendo, aún más nuestra vida, y esta medida consiste en no permitir la entrada directa de barcos a Port de Paix, capital de nuestro departamento, cambiando el rumbo a la capital, Puerto Príncipe, recargando de impuestos a todos los artículos, complicando así el traslado a otro lugar, aumentando el costo del transporte y las incomodidades de los viajes.

Ubicándonos en nuestra zona de Bombardópolis, situado al noreste de Haití, todas estas situaciones nos han afectado; escaseando los alimentos, subida de precios exagerada, duplicando y hasta triplicando el valor de los productos de primera necesidad que son la base alimenticia de la región (maíz, frijol, azúcar, verduras, aceite, etc.), a esto también se le añaden la muerte de cantidad de animales (cabritos, gallinas, marranos). Gracias a Dios en nuestra zona no hubo víctimas, aunque sí muchas casas deterioradas y caminos destruidos, impidiendo la entrada y salida de nuestro lugar.

ECONOMÍA AGRARIA
La Parroquia San Francisco de Asís de gran extensión, cuenta con más de 50.000 habitantes, repartidos en 35 pequeñas aldeas. Bombardópolis, sede de la Parroquia, es un pueblo de unos 2.000 habitantes, habitado en su mayoría por campesinos, que se dedican a una economía agraria de subsistencia que apenas da para sobrevivir, para malvivir.

A pesar de todos estos desastres, observamos, como la fe en Dios y la esperanza, mantiene nuestro pueblo en una confianza grande de que vendrán tiempos mejores y nosotras vamos experimentando lo mismo, seguras de que el Señor jamás nos falla, y siempre nos acompañará.

Nuestro pueblo, por su situación geográfica tan lejana de la Capital, su pequeñez, su pobreza material y aislamiento, es poco conocido, así y todo, gracias a las personas que han tenido la oportunidad de llegar hasta aquí y de los contactos que como
Iglesia vamos teniendo, sobre todo de otros países al conocer nuestra realidad, no se han hecho esperar en ayudas, paliando el hambre en muchas familias de nuestra zona y en otos lugares.

También alguna ONG se ha volcado en proporcionarnos ropa, alimentos y artículos de primera necesidad.

Uno de los tantos trabajos nuestros es organizar la ayuda alimenticia que llega a las escuelas.

Los niños se han beneficiado, no solo con una buena ración diaria de alimento, sino también con el apoyo de un médico y enfermeras cubanos, que pasan por las escuelas revisando la salud de cada alumno, detectando malnutrición, parásitos, problemas de piel…, todo fruto del hambre existente. Gracias a este programa, se va mejorando la salud, crecimiento y desarrollo de los niños, con medicamentos, vitaminas, etc., que hemos
podido adquirir gracias al apoyo económico que vamos recibiendo.

Hemos podido construir algunas casitas de los más pobres de la zona y empezado un programa para hacer depósitos (cisternas) que recojan el agua de lluvia que cae sobre el tejado de uralita, pues aquí no hay acueducto, ni alcantarillado, y todo depende del agua llovida.

Como ven, la providencia jamás nos abandona y sea este medio para darle gracias a todos los benefactores que hacen posible nuestra presencia y trabajos en este precioso terruño de Haití. Dios les bendiga.”

Carta de las hermanas de Bombardópolis



«Se podría decir irónicamente que, en esta ocasión,
a los más pobres y marginados del planeta
no les afecta directamente esta crisis.
Viven en ella permanentemente»



Mercadillo solidario


Queridos amigos:
Un año más, y ya van dos, hemos organizado el Mercadillo Solidario. Con ayuda de todos esta actividad va camino de convertirse en tradición.


Este año nos hemos organizado mejor y cada uno, en su medida, ha ido colaborando y aportando ideas. Muchos pocos hacen un mucho.


Fue un fin de semana intenso. Abrimos el sábado por la tarde y el domingo por la mañana (sin olvidar los intensos preparativos del viernes). La afluencia de gente fue alta a pesar del frío, la lluvia y la crisis.

Mediante el mercadillo nos dimos a conocer, afianzamos relaciones (incluso hay un fichaje de importante experto) y paso a paso, Misión Compartida va haciendo camino.

El dinero recaudado ha sido 4.058,10 que será destinado después de pagar los gastos al Centro de Promoción de la Mujer que llevan las hermanas de la Compañía Misionera en Jeberos (pueblo del interior de la selva amazónica en el Perú, departamento de Loreto).


Tenemos ganas, ilusión más ideas y proyectos por delante. Os iremos informando.
Y si nos quieres ayudar TE ESPERAMOS.

Beatriz Corcés.

Misionera laica de la Compañía Misionera