martes, 10 de abril de 2007

Educar a una mujer es educar a un pueblo



La primera vez que escuché este refrán o dicho, fue en África, en la República del Congo, donde he vivido los últimos 13 años.
Me di cuenta de que este refrán expresaba una verdad y un desafío: la mujer, en toda sociedad africana es como un pilar, ella es la que lleva el peso de la familia y de los hijos, ya sea en lo económico como en lo educacional. Sobre ella recae la responsabilidad de la buena marcha de la familia, del clan, del pueblo y por consiguiente de la sociedad.
Según esto y después de haber visto el país completamente destruido por tres guerras civiles sucesivas, comprendí la urgencia de INVERTIR EN LAS PERSONAS, concretamente vi la necesidad de formar a la mujer para que fuera ella la protagonista de su propio crecimiento y desarrollo. Comprendí también que, lo que se invierte en la educación y formación de la persona es lo que permanece, lo que ninguna guerra ni situación, por muy dolorosas que sean, podrán arrebatarles, porque la educación llega a formar parte del propio ser de la persona y eso sólo desaparece con la muerte.
Fue así como en mi tarea misionera, uno de mis objetivos se centró en ayudar a la mujer africana, en formarla, puesto que es sobre ella que recae la responsabilidad de educar a su pueblo. Con este fin, creamos con algunos amigos de España, un "Grupo Solidario" que durante años lleva financiando becas de estudios para formar enfermeras, maestras, peritos agrónomos, periodistas, administrativos. Hoy, yo estoy en España, preparándome para ir a una nueva misión, mientras que ellas, siguen allí en la brecha, trabajando por su pueblo.
En mi tarea misionera, otra de mis preocupaciones han sido los niños y jóvenes ya que son ellos los que están llamados a ser el futuro de la sociedad del mañana. Por ello, INVERTIR EN SU EDUCACION siempre me pareció de una gran necesidad y urgencia a las que hemos intentado ir respondiendo. Pusimos en marcha un proyecto educativo en un barrio muy pobre de la periferia de Brazzaville, donde se acogen niños de entre 4 y 12 años, que están recibiendo hoy una educación integral que les permitirá mejorar su calidad de vida y responder a los desafíos que su propio pueblo les presentará.

INVERTIR EN LAS PERSONAS, en su educación y formación a todos los niveles, ha sido para mi el medio más seguro y fiable de colaborar al desarrollo humano sostenible del pueblo africano y de aportar mi granito de arena en esa apasionante tarea de ayudarles a ser ellos mismos y a crecer en su propia dignidad.
Esta es mi experiencia que hoy he querido compartir con todos pensando que quizás le sirva a alguien escuchar como nos las arreglamos los misioneros para, DESDE NUESTRA FE, y junto a otros hermanos, CAMBIAR LA SITUACION EN LA QUE NOS ENCONTRAMOS Y HACER QUE EL MUNDO SEA UN POCO MEJOR PARA TODOS
Paqui Picón