martes, 26 de octubre de 2010

Cómo afrontamos la crisis en los países donde estamos


Al empezar nuestras misiones, siempre nos ha movido el deseo de compartir lo mejor de nosotras con los pueblos a los que llegamos. Santa Rita de Castilla ubicada en la Selva Loretana (Perú), en el río Marañón, fue uno de ellos. Empezamos la misión con una comunidad de P. Agustinos, con los que proyectamos el compartir nuestras valores con los hermanos nativos. Queríamos vivir y comunicar lo mejor que teníamos para mejorar sus vidas.

Tomamos como prioritario la salud de la zona, y se emplearon distintos métodos: atendiendo en un dispensario donde afluía la gente con toda clase de dolencias; desplazándonos por los ríos y los poblados más lejanos para que a todos les llegase la ayuda, logrando de esta manera que disminuyera la mortalidad infantil e incluso llegar a erradicar ciertas epidemias como la del sarampión que se llevaba por delante familias y comunidades enteras, facilitándoles las vacunas; pasando los años se modificó el método y sin dejar nosotros, de ir a los caseríos para atenderles los dispensarios se cambiaron en centros de capacitación sanitaria, para que ellos fueran los propios agentes de cambio y se convirtieron en responsables directos en el campo de salud; de ahí surgieron promotores de salud, botiquines comunales, las parteras empíricas y tradicionales, las movilizadoras.

Éstas dos últimas cuidan del binomio madre-niño, velando por la higiene y alimentación de ambos.

Con ello se ha logrado erradicar la muerte por tétanos neonatorum al atender debidamente el parto y controlar los embarazos recibieron la atención adecuada.

De esta manera recibían las instrucciones que a los agentes de salud se les imparten. Se está logrando la salud en todos los ámbitos Sobre todo de la mujer y del niño.


El resultado de este trabajo fue reconocido después de muchos años. Nos lo cuenta la hermana Rosa Pérez.